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Una alimentación durante un largo periodo de tiempo compuesta por piensos de gama media/baja (por ejemplo piensos de supermercados) puede dar lugar a numerosas patologías en nuestro gato.

Como bien sabemos el gato a diferencia del perro es carnívoro estricto, esto se traduce en que la necesidad de proteínas en su alimentación es significativamente mayor que el resto de ingredientes aportados.

Con frecuencia los piensos que tienden a consumir nuestros gatos contienen un alto % de cereales (hidratos de carbono) en su composición, ya que dichos ingredientes disminuyen costes de producción pudiendo descender los precios de los mismos.

 

Los requerimientos alimentarios de un gato son: proteínas mínimo 20% donde dicho porcentaje debe representar las proteínas de origen animal (en numerosos piensos el porcentaje de proteína global es correcto ya que incluyen las proteínas de origen vegetal), estudios realizados confirman que pueden mantenerse con dietas que no aporten hidratos de carbono si las proteínas y las grasas están en concentración suficiente para cubrir sus necesidades de glucosa por lo que en este caso los hidratos de carbono no serían necesarios, la mayoría de los gatos necesitan unas 60 kcal de energía metabolizable (EM) por kg. de peso al día.

 

Así pues la diferencia principal existente entre un pienso de gama alta y uno de gama media/baja además de los costes es su composición e ingredientes.

Contienen un elevado % de proteínas de origen animal en donde sus principales ingredientes son carne fresca o deshidratada ya que también podría estar elaborado con cualquier parte del animal en cuestión siendo también proteínas animales pero de baja calidad (subproductos animales). Su contenido en hidratos de carbono es muy escaso, la mayoría de piensos de gama alta lo restringen al máximo y siempre que sean de alta digestibilidad para poderlos convertir en glucosa rápidamente.

Imprescindible en los piensos de gato que contengan taurina ya que es necesaria para ellos y solo la pueden aportar mediante dieta.

 

A largo plazo esto se resume en numerosos problemas de salud para nuestro gato que pueden ir de más leves a más graves. Algunos ejemplos de gatos con mala alimentación que han pasado por nuestra clínica podrían ser: pérdida de pelo continua, obesidad, problemas gastrointestinales, enfermedad hepática, insuficiencias renales, obstrucción uretral por cálculos, cristales en orina, etc.

 

Ciertas patologías las podemos evitar proporcionando a nuestro gato alimento de calidad seco y dos veces en semana húmedo, para promover el consumo de agua en ellos y evitar problemas renales.

 

En tu centro veterinario de confianza podrán ayudarte a saber cuál es el alimento más adecuado para tu gato.

¿Sabías que una alimentación no adecuada en tu gato puede poner en peligro su vida?
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